Una fina lluvia cala a los europeos.
Un goteo de argumentos que, a base de repetición, se quieren transformar en dogma.
Se dice que el Banco Central Europeo (BCE) no puede prestar dinero directamente a los estados.
Se dice que la crisis nacida con las subprime es ahora una crisis de deuda soberana.
Se dice que hay que apretarse el cinturón para que vuelva la confianza del mercado para que los estados dejen de pagar intereses insostenibles por su deuda.
Un nutrido grupo de expertos se lleva las manos a la cabeza.
Qué hay de verdad y qué no en el discurso de los líderes europeos?
El Nobel de Economía Joseph Stiglitz ha denunciado que “el BCE está anteponiendo el interés de los bancos al de los países y los ciudadanos”.
En España, el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga, Juan Torres, ha escrito que “lo único que se está consiguiendo es privilegiar a la banca, que se hace con el muy rentable negocio de financiar a los estados y ni siquiera con sus propios recursos, sino con los que les da el BCE”.
Para colmo, añade Torres, se está provocando “un deterioro generalizado de la situación económica”.
Ha dejado en algún momento de ser esto una crisis de la banca?
EL BCE - No financia a estados
El Tratado de Maastricht prohíbe expresamente que el BCE financie a los estados de la moneda única.
En defensa de la ortodoxia la autoridad monetaria, con la canciller Angela Merkel dictándole el camino a seguir, se ha negado a cualquier fórmula que pudiese aliviar las tensiones del mercado de la deuda pública.
Se niega a comprar títulos en las subastas, se niega a comprarlos de forma masiva en el mercado secundario y se niega a que se dé ficha bancaria al fondo de rescate para que pueda financiarse en la barra libre del BCE.
La última ha sido negarse a prestar dinero al FMI para que este ayude a los países europeos con problemas.
Al presidente del BCE, Mario Draghi, la idea le pareció un atajo para saltarse las normas.
Pero ¿no es la banca otro atajo por el que se está obligando a pasar a los estados?
Buena parte de las ingentes inyecciones de liquidez a la banca a lo largo de la crisis ha ido a comprar deuda.
La banca recibe liquidez a precios mínimos (actualmente al 1%) en la barra libre del BCE, entregando como garantía casi cualquier cosa.
Y compra con ello deuda cada vez más cara.
Es fácil pervertir el mecanismo y forzar altas rentabilidades.
Las primas de riesgo (diferencia entre la rentabilidad que se exige al bono a diez años de cualquier país con respecto al alemán) se disparaban en los días previos a las subastas porque los bancos vendían en el mercado secundario deuda comprada anteriormente, menos rentable.
La venta masiva hacía que se disparase la rentabilidad exigida.
Además, se compraban de forma masiva CDS (seguros contra el impago de la deuda que no necesitan tener deuda realmente).
Como existen muy pocos en el mercado, si se concentran órdenes de compra, el precio del seguro se dispara, lo que es interpretado como un aumento del riesgo de la deuda y eleva de nuevo la rentabilidad exigida.
El precio en el mercado secundario, que se toma como referente para las subastas, disparaba el precio de la emisión, que es el que paga el bolsillo de los contribuyentes.
España, cuyos niveles de endeudamiento público respecto al PIB están 20 puntos por debajo de los de Alemania, ha llegado a pagar por letras a 12 meses más de un 5% de interés y por bonos a diez años más de un 7% (cuatro puntos porcentuales más que Alemania).
En las subastas, la demanda ha duplicado y en muchas ocasiones triplicado la cantidad adjudicada.
Se calcula que los préstamos de liquidez del BCE a la banca rondan actualmente los 880.000 millones.
Tano Santos, catedrático de la Columbia Business School, no tuvo ningún pudor en decir recientemente en una jornada sobre el euro organizada por Fedea que la banca está utilizando la deuda pública para sanear sus balances y añadió, de paso, que era bueno que provocasen esa tensión en los precios de los bonos, porque así fuerzan a los gobiernos a realizar las reformas.
Recortes - El mercado castiga la deuda y el déficit
No son los estados los que están enfermos.
Necesitan ajustes, pero es la banca europea la que invirtió en activos de riesgo que siguen en sus balances como hipotecas subprime, en el caso de la francesa, osuelo y ladrillo, en la española.
Con el grifo del crédito cerrado y la economía agonizando, a la Autoridad Bancaria Europea (EBA) no se le ha ocurrido otra cosa que imponer unas normas de solvencia más estrictas que las previstas en Basilea III que van a obligar a recapitalizar la banca antes de mediados de 2.012.
Se calcula que se necesitarán unos 114.000 millones. ¿De dónde saldrán?
Cuando llegó julio y la exministra de Economía de Francia Christine Lagarde fue nombrada directora gerente del FMI, activó la alarma contra la banca europea.
Avisó de que estaba enferma en lugar de haber solucionado el problema cuando era la máxima responsable en su país.
Se cortó la financiación en dólares desde EEUU a la zona del euro. El circuito del crédito entre bancos se volvió a secar. Nadie se fiaba de nadie.
El 27 de agosto, con las primas de riesgo disparadas en Europa hasta niveles apocalípticos, Lagarde se dirigió al mundo desde el encuentro tradicional que mantienen cada año los banqueros en la estación de esquí de Jackson Hole (Wyoming, EEUU).
Dijo que la banca europea necesitaba una “recapitalización urgente”. Habló de una posible “crisis de liquidez”, despertando el fantasma de Lehman Brothers, si no se solucionaba. Y dijo que “habría que utilizar fondos públicos”. Otra vez.
Mientras en Europa se impone la tijera, el único gasto público que se está sacralizando son los intereses de la deuda, que se lleva la banca.
España ya los ha convertido en sagrados en su Constitución al mismo tiempo que ha impuesto que haya un límite al déficit estructural para recortar de todo lo demás.
Un reciente informe de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) señalaba que España ha conseguido recortar un punto porcentual su déficit eliminando las políticas extraordinarias de impulso a la economía, pero que la mitad de ese recorte se la ha comido el aumento de los intereses de la deuda.
El grifo del crédito - El BCE presta el dinero a la banca para que circule hacia la economía real
El BCE dijo, al anunciar las últimas medidas extraordinarias para inyectar liquidez a la banca, que era para que el dinero llegase a familias y empresas.
Pero la banca está bloqueando el dinero para atender a los vencimientos de su deuda y sus necesidades de recapitalización.
La semana pasada, después de haber tomado prestado medio billón al 1% en la subasta a tres años del BCE, llegaron a depositar en el propio BCE 452.034 millones.
Se estima que las españolas pudieron tomar prestados hasta 100.000 millones en la subasta a tres años y es probable que hayan incrementado también la cantidad bloqueada, puesto que llevan haciéndolo desde julio, cuando volvieron los problemas de desconfianza entre los bancos.
Según el último informe de Estabilidad Financiera del Banco de España, debido a “las dificultades en el acceso a la financiación en los mercados”, las “entidades españolas”, entre febrero y septiembre de 2.011, “incrementaron su apelación bruta” a la liquidezdel BCE “en 31.280 millones de euros (64% más), mientras que el aumento del saldo vivo se cifró en 145.995 millones (33%más)”.
Y no sólo se quedan con lo que les llega del BCE. Tampoco transforman en crédito a familias y empresas los ahorros que captan.
Según el mismo boletín del Banco de España, “la expansión continuada de los depósitos tomados de empresas no financieras y familias contrasta con la notable desaceleración y, en los últimos trimestres, caída del crédito a estos sectores.
De este modo, el diferencial entre la tasa de crecimiento de los depósitos con respecto a la del crédito ha pasado a ser positivo (mayor captación de depósitos en relación con el crédito concedido) desde mediados de 2.008 hasta la actualidad”.
A finales de 2.008, había concedidos créditos y préstamos en instituciones financieras españolas por un total de 2,45 billones de euros.
A finales de 2.010 eran 2,40 billones. Se habían esfumado en dos años 50.000 millones del circuito del crédito.
Burbuja - Es culpa de todos
Es fácil conocer a alguien que compró más de una casa para especular, que quiso sacar rentabilidad de una inversión cuyo valor crecía a doble dígito año tras año. Lo hicieron particulares y lo hicieron empresas de cualquier sector.
El crédito fácil y barato sedujo a las familias, que se endeudaron para comprar inmuebles y, con esa garantía real, incluyeron en el préstamo el automóvil o las vacaciones.
Al margen de cuánto contribuyeron los poderes a mantener la ilusión de que no había riesgo (con declaraciones como las del actual ministro de Economía, Luis de Guindos, y el de Hacienda, Cristóbal Montoro, en 2.003, negando la existencia de una burbuja inmobiliaria cuando formaban parte del Gobierno de José María Aznar), los males de la banca, desde luego de la española, no están en el crédito a las familias.
Según el Banco de España, los activos dudosos del crédito al sector privado, que mantiene cifras de incremento cercanas al 25% internanual, “se derivan del crédito concedido a empresas de construcción y promoción inmobiliaria. Para el resto de empresas, el ritmo de avance es inferior al registrado un año antes”.
Y, en un país con cinco millones de desempleados, los créditos dudosos de las familias se mantienen en un porcentaje muy bajo sobre el total y no hacen sino disminuir desde hace un año.
La ratio de dudosos para familias se mantuvo prácticamente estable (3%) entre junio de 2.010 y 2011.
La tasas de préstamos dudosos concedidos a familias para adquisición de vivienda se situaba en el 2,44%.
El crédito a empresas de construcción y promoción alcanzaba en la misma fecha un porcentaje de dudosos de cobro del 17,1%, frente al 10,9% de un año antes.
Promesas - Normas a la banca que nunca llegan, como la ‘tasa Tobin’
Aquello de refundar el capitalismo, las promesas de regular a la banca se quedaron en nada.
De forma intermitente y paralela siempre a otras decisiones se alude a la inminente creación de la tasa a las transacciones financieras, la famosa tasa Tobin, que gravaría con un pequeño porcentaje los movimientos de capital, poniendo así freno a la especulación.
Cuando no son los líderes europeos los que no se ponen de acuerdo, es el presidente de EEUU, Barack Obama, quien se muestra en contra.
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